En el rincón sureste de la península arábiga, el desierto de Rub al-Khali ocupa parte del territorio de la actual Arabia Saudita y la casi totalidad del de los Emiratos Árabes Unidos.

Hacia el siglo VI d.C, los oasis suministraban agua a los cultivos de la escasa población estable, que hablaba diferentes dialectos árabes. Unos eran agricultores, otros comerciantes y artesanos en los pueblos y otros (conocidos genéricamente como «beduinos»), eran nómades que criaban camellos, ovejas y cabras. Los pueblos de la costa sumaban a estas actividades la pesca en aguas del Golfo.

Los beduinos, grupos móviles y armados con organización tribal, unidos a los mercaderes, dominaban a los agricultores y artesanos.

Entre los pastores y agricultores, la religión era otra forma de control social. Los dioses locales, identificados con los cuerpos celestes, podían materializarse en piedras, árboles o animales. Algunas familias, interpretando el lenguajes de esos dioses, lograban cierto poder sobre las demás.

Hasta principios del siglo VII, una larga guerra entre los imperios Bizantino y Sasánida involucró a la península, aunque no directamente al territorio de los Emiratos. Igualmente, tal movimiento y la apertura de rutas comerciales atrajo mercaderes, traficantes y artesanos, que aportaron conocimientos del mundo exterior y su cultura.

El Islam fue adoptado mientras Mahoma aún vivía. Se afianzó el poder de los jefes tribales sin modificar sustancialmente el modo de vida de los aún escasos habitantes.

A la muerte del profeta, diferentes grupos se disputaron su herencia espiritual. Los ibadíes (que se decían descendientes directos de Mahoma), crearon el imanato de Umán (Omán) a mediados del siglo VIII. A fines del siglo IX fue suprimido por los abasidas (califas que reclamaban autoridad universal con capital en Bagdad).

A partir del siglo XI, la forma sunnita del Islam pasó gradualmente de ser la religión de los gobernantes a la población en general. Los ibadíes continuaron existiendo hasta el siglo XV y ejerciendo una fuerte autoridad religiosa.

Los puertos del Golfo servían para el tráfico de textiles, vidrio, porcelana y especies de China, que seguían luego la cadena de oasis hasta el Mar Rojo.

Durante los siglos XVII y XVIII, los ibadíes habían restablecido su imanato bajo una dinastía Yaribi, manteniéndose a orillas del Imperio Otomano. Al norte, Bahrain estaba bajo el dominio iraní.

Con los otomanos ocupados en luchas constantes en Europa, África y Asia, la región sureste se dedicó al comercio. Surgieron familias gobernantes vinculadas a los mercaderes y se desarrolló la piratería aprovechando las ventajas naturales de las costas (conocida desde entonces como «Costa de los piratas»).

Cuando las flotas europeas aumentaron el uso de la ruta marítima a través de El Cabo, Gran Bretaña cobró influencia en toda la región, usando los puertos del Golfo como escala en la ruta a India mientras combatía la piratería.

A principios del siglo XIX, mediante acuerdos con los jefes locales y pequeños gobernantes de los puertos, Gran Bretaña logró el control total de la región. Los «Estados de la Tregua» (nuevo nombre de la Costa de los Piratas) estaban integrados, entre otros, por Abu Dhabi, Dubai y Sharjah. Esta relación continuó igual hasta las primeras décadas del siglo XX.

Hacia 1914 el resurgimiento del estado saudita en Arabia central, y las pretensiones de Rusia, Francia y Alemania en la zona decidió a los británicos a formalizar su relación con los Estados de la Tregua, Bahrain, Omán y Kuwait, quienes dejaron el manejo de sus relaciones con el mundo a cargo del gobierno de Londres.

La Primera Guerra Mundial no alteró esta relación. Gran Bretaña controlaba el gobierno de Abd al-Aziz en el nuevo reino de Arabia Saudita, desde las costas sur y sureste de la península. Con el desarrollo de las rutas aéreas, los aeródromos del Golfo, Egipto, Palestina e Irak pasaron a desempeñar un importante papel.

Después de la Segunda Guerra Mundial la relación entre los países árabes cambió. En 1945 se creó la Liga de Estados Árabes con la participación de aquellos que gozaban de cierta independencia.

Al iniciarse la década de 1960 se sabía que los yacimientos petrolíferos de Cercano Oriente estaban entre los más importantes del mundo. Estados Unidos compartió con Inglaterra el control de los estados del Golfo, cuyos ingresos dependían, casi totalmente, de este recurso.

La creciente influencia del panarabista presidente egicipcio Gammal Abd al-Nasser determinó que Gran Bretaña aumentara la participación local en los gobiernos de los estados del protectorado. En 1968 retiró la fuerza militar de la región. Ese año se creó, como una rama de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), la OPAEP (integrada exclusivamente por los estados árabes).

En 1971 comenzó la explotación de pozos a gran escala en Abu Dhabi. Adquirió gran importancia el marcado claro de fronteras interiores. Nacieron entonces, por influencia británica, los Emiratos Árabes Unidos, sin la participación de Qatar ni Bahrain.

El nuevo Estado debió enfrentar un conflicto con Irán, país que, aduciendo razones históricas, ocupó las islas Abu Mussa, Tunb al-Cubra y Tunb al-Sughra sobre el estrecho de Ormuz. Durante la primera década, la producción petrolera creció continuamente (fundamentalmente en Abu Dhabi, Dubai y Sharjah) a la vez que aumentaba el control nacional de la explotación.

Cuando en 1973 la OPEP subió el precio del barril un 70% y redujo el suministro un 5%, cambió su relación con el mundo. El resultado en los Emiratos fue explosivo. El crecimiento anual de la década de 1970 fue superior al 10% a causa de las ganancias derivadas.

Hubo un rápido crecimiento de ciudades con modernísimas autopistas, oleoductos y bancos y un gran torrente inmigratorio atraído por las posibilidades de la región. Poco quedó de los antiguos pueblos pesqueros o recolectores de perlas de la costa.

La década de 1980 comenzó con la guerra Irán-Irak. Pese a la aparente neutralidad, los Emiratos brindaron apoyo económico a Irak, intentando frenar una iranización de la región. Al terminar el conflicto, Emiratos Árabes era el tercer productor de petróleo de Oriente Medio, después de Arabia Saudita y Libia.

A partir de 1981 el gobierno intentó fortalecer otras áreas de la industria que disminuyeran su gran dependencia de la producción de petróleo.

El país ha integrado el Movimiento de Países No Alineados y ha brindado apoyo a las reivindicaciones palestinas. A fines de 1986 se establecieron relaciones diplomáticas con la URSS y la República Popular de Benín. En 1987 se reanudaron las relaciones con Egipto, que estaban suspendidas desde el Acuerdo de Camp David con Israel.

Durante la Guerra del Golfo (1991), los Emiratos apoyaron la lucha contra Irak, que había ocupado Kuwait.

En marzo de 1991 el Consejo de Cooperación del Golfo firmó con EE.UU. acuerdos de estrategia militar común y mecanismos para evitar la proliferación de armas en la zona.

En 1992, por mediación de Siria, Irán restringió las reivindicaciones que mantenía sobre las islas del estrecho de Ormuz. El conflicto quedó, por presión de los Emiratos, bajo arbitraje internacional.

El fundamentalismo islámico aumentó su influencia en los Emiratos entre 1993 y 1996. El jeque Zayed, presidente de la unión, mostró preocupación por la extensión del «integrismo» musulmán. En febrero de 1994, Zayed extendió la Shariah (ley islámica) a delitos hasta entonces juzgados por tribunales civiles.

En 1997, ante la amenaza de Washington, el jeque Zayed manifestó que Irak merecía una nueva oportunidad y que una nueva acción militar sería «inaceptable».

En lo interno, continuó una política de apertura económica que condujo, entre otras cosas, a la instalación en la ciudad de Ra's al-Khaymah de una zona de libre comercio en 1998, la primera en Oriente Medio. En abril de 2000 se reabrió la embajada en Irak.

La baja en los precios del petróleo fue la principal razón para que, en 2001, el PBI de los Emiratos bajara. El país logró cierta diversificación económica en sectores no relacionados con el petróleo, como aluminio, turismo, telecomunicaciones, aviación, etc. Estos representan dos tercios del PBI y un 30% de las exportaciones.

En marzo de 2004, la embajada estadounidense en Emiratos Árabes Unidos, ubicada en Abu Dhabi, y el Consulado General en Dubai suspendieron temporalmente sus operaciones debido a una «amenaza específica». Washington advirtió sobre la existencia de una fuerte amenaza de ataques contra intereses estadounidenses en Medio Oriente y el norte de África tras la muerte del líder de Hamas, Ahmed Yassin.

El 2 de noviembre murió el presidente Sheikh Zaid ibn Sultan al-Nahayan. El vicepresidente y primer ministro Sheikh Maktum ibn Rashid Al Maktum asumió como presidente interino, mientras que Sheikh Khalifa ibn Zaid Al Nahayan sucedió a su padre, Zaid ibn Sultan al-Nahyan, como emir de Abu Dhabi.

Una reorganización del gabinete realizada a fines de noviembre de 2004 incluyó a una mujer en el gobierno por primera vez. Shaikha Lubna al-Qasimi fue designada ministra de Economía.

El 5 de enero de 2006, Sheikh Muhammad ibn Rashid Al Maktum pasó a ocupar el cargo de primer ministro.

Un integrante del contingente de Emiratos Árabes asentado en Afganistán en misión de ayuda que incluía la construcción de hospitales de campaña, escuelas y mezquitas, fue secuestrado en junio de 2007 por fuerzas talibanas. Abu Dhabi pidió la liberación del soldado y recordó que Emiratos Árabes fue uno de los únicos tres países que reconocieron al gobierno de los talibanes cuando tomaron Kabul en 1996.