Tribus celtas (la más importante de ellas la de los helvecios) ocuparon el actual territorio de Suiza antes de la colonización romana. Por su valor estratégico (acceso a dominios romanos), los valles alpinos del norte de la península italiana fueron conquistados por Julio César en el año 58 a.C.

Las tribus germánicas del lado norte del Rhin invadieron la Helvecia del año 260 en adelante. Entre los siglos V y VI, los germanos ocuparon permanentemente la región situada al este del río Aar, junto con grupos de burgundios y de francos. Alrededor del año 639 estos últimos habían constituido los reinos originarios de Francia.

Los remanentes cristianos de la ocupación romana habían desaparecido por completo cuando llegaron a estas tierras los misioneros San Columban y San Gall, en el siglo VI, y crearon diócesis en Chur, Sion, Basilea, Constanza y Lausana, junto con los monasterios benedictinos, a las que después siguieron varias más, como las de Saint-Gall, Zürich, Disentis y Romainmotier.

Hasta el reparto del Verdún, efectuado en el año 843, estos territorios pertenecieron al Imperio de Carlomagno. Desde entonces, la región situada al oeste del Aar fue asignada a Lotario, mientras que la del este quedó en manos de Luis el Germano. Las influencias francesa y alemana se mezclaron aquí con la tradición latina de la Iglesia Católica Romana.

Alrededor del año 1033, por motivos dinásticos y políticos, la Helvecia pasó a formar parte del Sacro Imperio Romano Germánico y se mantuvo así hasta el final del Medioevo. La región fue dividida en el siglo XI debido al restablecimiento de la autoridad imperial y el conflicto con el papado. No obstante, duques, condes y obispos ejercían su dominio local en forma casi autónoma.

Las ciudades amuralladas servían de centros administrativos, comerciales y de defensa de las familias dominantes, que buscaban ampliar sus posesiones por medio de las guerras con otros señores y reinos. En el siglo XIII, Rodolfo IV de Habsburgo conquistó la mayoría del territorio de los Kyburgo y se convirtió en el señor más poderoso de la región.

En las ciudades se desarrolló un sentimiento de libertad contra la nobleza, pero éste era mayor entre las comunidades campesinas de los valles más inaccesibles, unidas por una práctica de cooperación económica para subsistir en condiciones difíciles, que rechazaban el trabajo forzado y el pago en dinero o en especies a los señores feudales.

En 1231 el Uri quedó bajo la autoridad del Sacro Imperio y en 1240 Schwytz y Nidwald fueron subordinadas al emperador Federico II, pero conservaron el derecho de elegir sus propios jueces. Los señores de Habsburgo pusieron en tela de juicio esa libertad y la incertidumbre se mantuvo hasta la designación de Rodolfo de Habsburgo como rey de Alemania, en 1273, que hizo valer sus derechos imperiales en el Uri y los heredados por su familia en Schwytz y Unterwald, hasta su muerte en 1291, cuando esas regiones constituyeron la Liga Perpetua.

Ésta consistía en un acuerdo para arbitrar discordias mutuas, para que imperara la ley en lugar de la violencia, y para la autodefensa. Los jueces debían ser oriundos de esos cantones y tenían que desempeñar el cargo en forma honoraria.

La liga de los cantones de Uri, Schwytz y Unterwald, a los que se sumó la ciudad de Zürich, fue el primer antecedente histórico de la Confederación Suiza, que se consolida con la victoria en la batalla de Morgarten, en 1315, contra el ejército de caballeros enviado por la Casa de Habsburgo para imponer la ley imperial en esa región.

La Confederación se hizo viable por las nuevas alianzas. En 1332, la Liga firmó un pacto con la ciudad de Lucerna, hasta entonces dependiente de Viena. En 1351 Zürich reafirmó su unión y en 1353 se le sumó Berna, luego los cantones de Glaris y Zug, formando así el núcleo capaz de crear un Estado independiente dentro del Imperio Germánico.

En la segunda mitad del siglo XIV, cayó la oligarquía rural; sus tierras y sus leyes fueron municipalizadas. En este movimiento democrático rural surgió la landsgemeinde o asamblea de todos los pobladores, órgano soberano de la comunidad del cantón. Un movimiento análogo fue encabezado por los gremios en las ciudades. En adelante, la Confederación se lanzó a la conquista territorial. Durante el siglo XV, a través de numerosas batallas, la unión creció a 13 cantones, mantuvo las alianzas con otros, y creó el primer órgano estatal: la Dieta, con dos escaños y un voto por cantón.

El rey de Francia impuso a los cantones un tratado de paz en 1516, y luego una alianza en 1521, que le daba el derecho de reclutar soldados en Suiza. Los lazos militares y económicos derivados de esa alianza, que sólo Zurich se negó a firmar, se mantuvieron hasta el fin de la Antigua Confederación, que se produjo en 1798.

La Reforma entró en Suiza con el cura Ulrico Zwinglio, cuya prédica contra el servicio mercenario, la corrupción y el poder del clero tuvo gran apoyo y fortaleció a la burguesía de las ciudades.

El intento de Zwinglio de alterar la alianza federal en beneficio de las ciudades reformadas fue frustrado por la victoria militar de las zonas rurales de confesión católica. La segunda paz nacional de Kappel, firmada en 1531, otorgó ventajas a la minoría católica sobre la mayoría protestante.

Las regiones comunes a las dos confesiones vivieron constantes tensiones, pero obligaron a ambos campos a colaborar, preservando la unidad de la Federación. Mientras en las regiones católicas predominó la actividad agrícola, en las reformadas prosperó el comercio y la industria, con la ayuda de refugiados franceses, italianos y holandeses.

La propiedad de bienes raíces, el comercio y la industria, junto con el reclutamiento de tropas mercenarias, dieron gran riqueza y poder a un pequeño núcleo de familias, mientras los pequeños campesinos quedaban sin derechos, obligados a trabajar tierras mediocres o como obreros agrícolas.

Las consultas populares desaparecieron en el siglo XVII. Las imposiciones de las ciudades provocaron levantamientos, como la gran insurrección campesina de 1653, aplastada violentamente. Tres años después estalló de nuevo la guerra y las prerrogativas de los cantones católicos fueron restablecidas.

Durante los conflictos europeos de los siglos XVII y XVIII, la división confesional y el mercenariado desempeñaron un papel decisivo para preservar la neutralidad de Suiza, que se convirtió en condición de existencia de la Confederación. La política de neutralidad armada, vigente hasta hoy, fue formulada por primera vez por la Dieta en 1674.

En 1712, la victoria protestante obtenida en la Segunda Batalla de Villmergen puso fin a las luchas religiosas y consagró la hegemonía de las ciudades, que estaban en pleno crecimiento industrial. Suiza era entonces el país más industrializado del continente, una industria basada en el trabajo a domicilio, que transformó totalmente la vida en el campo.

En el siglo XVIII se sucedieron las rebeliones populares contra la oligarquía urbana por reformas a la Constitución. En marzo de 1798 cayó la Antigua Confederación y se proclamó la República Helvética, con su soberanía radicada en el pueblo. De la República unitaria a la Constitución Federal de 1848, que marcó la victoria definitiva del liberalismo en Suiza, se sucedieron golpes de Estado, rebeliones populares y guerras civiles. El nuevo pacto federal estableció la creación de dos cuerpos legislativos, con el fin de garantizar los derechos de los pequeños cantones católicos.

La transferencia al Estado del monopolio para cobrar aranceles aduaneros y acuñar monedas, junto con la unificación de pesos y medidas, creó el espacio económico que reclamaba la burguesía industrial y comercial. La Constitución de 1848 eliminó los obstáculos que frenaban el desarrollo capitalista del país.

El nepotismo y la concentración del capital en beneficio de pequeños grupos generó una creciente oposición popular al sistema institucional. La constitución de 1874 recogió en parte estos reclamos e introdujo el referéndum como elemento de democracia directa.

El sistema de trabajo a domicilio retrasó la organización del movimiento obrero con respecto a la industrialización del país. La Federación Obrera Suiza (FOS), creada en 1873, no tuvo más de 3.000 miembros y la Union Sindical Suiza (USS), que la sustituyó en 1880, superó ese número sólo 10 años más tarde. El primer triunfo del movimiento obrero fue la ley sobre las fábricas, aprobada en 1877, que limitó la jornada laboral a 11 horas. Hasta entonces, hombres, mujeres y niños trabajaban14 horas, sin mínimas condiciones de higiene y seguridad.

En 1888, la creación del Partido Socialista (PS), movió a liberales, en 1894, y conservadores, en 1894 y 1912, a organizarse en todo el país. Durante varias décadas la principal reivindicación del PS fue la implantación del sistema de elección proporcional.

Los trabajadores extranjeros en Suiza (15% de la población en 1910, mayormente anarquistas y socialistas perseguidos en sus países), ayudaron a radicalizar el movimiento obrero.

La Primera Guerra Mundial introdujo tensiones internas, sobre todo entre las regiones de habla francesa y alemana. Bajo la jefatura de Ulrich Wile, el ejército suizo colaboró con Alemania. La tensión sólo aflojó tras la victoria de Francia, cuando Suiza se acercó formalmente a los aliados e ingresó en la Sociedad de Naciones. La huelga general de 1918, a pesar de ser levantada en 3 días por la presión del ejército, llevó a las fuerzas burguesas a formar un bloque antisocialista. Ese mismo año se aprobó el sistema de elección proporcional.

Los comicios de 1919 marcaron el fin de la hegemonía liberal. La votación del PS llevó a los liberales a formar un bloque con los campesinos, mientras los conservadores ganaron la segunda cartera en el Consejo Federal.

Se incorporó la semana laboral de 48 horas a la ley sobre las fábricas; en 1925 se introdujo un artículo constitucional sobre el seguro de vejez, se mejoró la asistencia a los desocupados y se extendieron los contratos colectivos de trabajo.

Durante la Segunda Guerra Mundial, las potencias europeas reconocieron la neutralidad armada de Suiza, que se mantuvo al margen del conflicto.

En la Guerra Fría, Suiza se situó en el campo occidental, pero no se adhirió a la ONU, para mantener su neutralidad.

La economía suiza vivió en la posguerra una gran expansión. Industrias exportadoras como la química, la de productos alimenticios y la de máquinas, se convirtieron en grandes trasnacionales. En 1973, Suiza ocupaba el cuarto lugar en materia de inversiones extranjeras directas.

Por su neutralidad política, Suiza no ingresó a la Comunidad Económica Europea (CEE). Desde 1960, es miembro de la AELI (Asociación Europea de Libre Intercambio).

En 1959, los socialistas retornaron al Consejo Federal, con dos representantes. Desde entonces, la integración del Ejecutivo se mantiene casi igual, con el 80% del electorado representado en el gobierno.

En la década de 1980 surgieron nuevos grupos de activistas sociales, como los adversarios de las centrales nucleares y los feministas que en 1981 incorporaron a la Constitución, mediante un referéndum, la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer, así como las acciones juveniles violentas contra la sociedad de consumo.

La creciente pobreza dentro del bienestar de la mayoría y la presión inmigratoria estimularon a la extrema derecha. Los pequeños partidos Demócrata Suizo y de los Automovilistas, de tendencia xenófoba y opuestos a políticas sociales públicas, crecieron a principios de los años de 1990.

En mayo de 1992, un plebiscito aprobó la incorporación de Suiza al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial. En junio del año siguiente el Parlamento aprobó la idea de incorporar tropas suizas a las fuerzas de paz de la ONU. Esto marcó un cambio en la tradicional política de neutralidad de Suiza. Pero la mayoría de los suizos votó en contra de esta propuesta en un referéndum realizado en 1994.

En julio de 1997, bancos suizos demandados por particulares e internacionalmente dieron a conocer los titulares de las cuentas que se mantenían inmovilizadas desde la Segunda Guerra Mundial, la mayoría perteneciente a judíos exterminados por el nazismo. El Congreso Mundial Judío, principal impulsor de las demandas, afirmó que sólo se trató de un gesto simbólico, después de 50 años de aprovechamiento.

A raíz de un escándalo, que involucraba la malversación de millones de dólares por parte de un ex-oficial de inteligencia para organizar un ejército clandestino, el gobierno suspendió al jefe de la inteligencia militar acusado de haber ordenado la operación. El ministro de Defensa, Adolf Ogi, fue el encargado de la investigación.

Bajo el liderazgo de Ogi, la Unión Democrática de Centro (también llamada Partido Popular Suizo) obtuvo 44 de las 200 bancas en las elecciones parlamentarias de octubre de 1999. El Partido Social Demócrata alcanzó 51 bancas, el Partido del Libre Pensamiento Democrático obtuvo 43 bancas, mientras que el Partido Popular Cristiano Democrático se quedó con 35 bancas. Estos cuatro partidos asumieron la colegiatura, que rota anualmente la presidencia y que fue asumida por Ogi en enero de 2000.

Un informe realizado por el Estado en 1998 estableció que el antisemitismo se reactivó en Suiza debido a la controversia acerca de las relaciones de este país con la Alemania nazi, y lo que los bancos suizos hicieron con las cuentas de las víctimas del Holocausto; en enero de 2000, un estudio reveló que el 16% de los suizos tenía puntos de vista antisemitas, lo que implicaba un aumento durante esa década.

Al asumir como presidente en enero de 2001, Moritz Leuenberger, del Partido Social Demócrata, enfrentó serias críticas de prensa y sectores políticos, a raíz de la represión del gobierno a las manifestaciones anticapitalistas que rodearon la reunión de Davos, balneario donde se reunieron ese mes al igual que todos los años desde 1971 los líderes económicos y empresariales del mundo.

En marzo de 2001 un referéndum rechazó la propuesta «Sí a Europa», que había sido presentada por el PS y grupos de jóvenes. El 77% votó contra la iniciativa. La coalición gobernante se opuso al plan, argumentando que las negociaciones para obtener la calidad de miembro de la UE no deberían empezar antes del período legislativo de 2003-2007.

Un nuevo referéndum aprobó en junio que los soldados suizos portaran armas durante las misiones de paz en el exterior. También se decidió que las fuerzas armadas pudieran cooperar en operaciones de entrenamiento militar dirigidas por la OTAN. Ese mes, tropas suizas estaban prestando servicios en Kosovo y eran protegidas por las fuerzas austriacas ya que no podían portar armas.

Durante 2001, la economía suiza fue sacudida por sucesivas reestructuras, que generaron miles de despidos y el desempleo llegó casi al 2%. En octubre, Swissair, la tradicional aerolínea del país, se declaró en bancarrota luego del fracaso de un plan de expansión. El gobierno, varios bancos y compañías privadas lanzaron un paquete de rescate multimillonario para que fuera formada una nueva aerolínea nacional, surgida de una subsidiaria regional de Swissair, llamada Crossair. Kaspar Villiger, del Partido del Libre Pensamiento Democrático, asumió como presidente.

En el 2002 un 72 % de la población votó a favor de despenalizar el aborto, que se legalizó.

El mismo año, el 55 % del electorado votó a favor de unirse a Naciones Unidas; el país se convirtió así en el miembro 190 de la Organización.

Ese mes, la Comisión Bergier integrada por 9 miembros de Suiza, Gran Bretaña, Estados Unidos e Israel, que había sido establecida por el Parlamento suizo para que examinara las relaciones del país con los poderes del eje durante la Segunda Guerra Mundial, afirmó que las autoridades suizas realizaron negociaciones secretas con la Alemania nazi que ayudaron a prolongar la guerra, que se negó refugio a miles de judíos a pesar de saber de la existencia de campos de concentración y se contribuyó estableciendo acuerdos comerciales y financieros con Alemania a la expansión de la economía nazi.

En el 2003 fue rechazada, por escaso margen, una iniciativa para reformar la legislación nacional sobre el asilo. La misma habría convertido el sistema de asilo suizo en uno de los más restrictivos del mundo industrializado.

Amnistía Internacional denunció maltratos por parte de la policía a los manifestantes reunidos en junio del 2003 entre Ginebra y Lausana. Esto llevó a la organización a pedir garantías que aseguraran el bienestar de los manifestantes que se reunieron en ocasión del Foro Económico Mundial, que tuvo lugar en Suiza en enero del 2004.

Irónicamente, ese mismo año se realizó en Ginebra la sexagésima sesión de los derechos humanos de la ONU.

En el plebiscito de junio de 2005, el 54% de los suizos apoyó el acceso al Tratado de Schengen, que implicaba una cooperación más estrecha con la UE en cuestiones de seguridad y asilo. La integración al área Schengen implicaba que Suiza aceptaba abandonar sistemáticamente las revisiones de identidad en sus fronteras. A cambio, el país tendría acceso a una base de datos electrónica en toda Europa sobre personas buscadas y desaparecidas, inmigrantes y propiedades ilegales. El derechista Partido Popular y la aislacionista Campaña para una Suiza Independiente y Neutral habían encabezado la oposición a los acuerdos y recabado firmas suficientes para obligar a la realización del referéndum, argumentado que la integración a la zona libre de pasaportes provocaría un ingreso de criminales extranjeros al país y que comprometería la soberanía de Suiza.

En setiembre de 2006, el 68% de los electores aprobó el endurecimiento de las leyes de asilo e inmigración. Las nuevas normas cerraban las fronteras a aquellos inmigrantes que no fueran de origen comunitario y hacían más estrictas las condiciones y ayudas para quienes solicitasen asilo político.

Un fuerte temporal de lluvias golpeó al país en agosto de 2007. Las lluvias provocaron inundaciones que afectaron las principales carreteras y vías férreas de comunicación. Al menos tres personas murieron y más de diez resultaron heridas.