El Paleolítico en Japón data de entre 10.000 y 30.000 años atrás. La cultura neolítica jomón de cazadores y recolectores, creadora de una fina cerámica y de utensilios de piedra y hueso, ocupó más tarde la totalidad del archipiélago y perduró hasta entre 200 y 300 años a.C.
La llegada de los yayoi, probablemente desde el continente, a través de una unión terrestre por los estrechos de Corea, Tsushima, Soya y Tsugaru, aportó a la cultura jomón avances significativos al introducir el caballo y la vaca, el cultivo del arroz, el torno alfarero, el tejido y las herramientas de hierro.
De acuerdo con crónicas chinas, al comienzo de la Era Cristiana la región de Wo (en japonés Wa) se componía de más de 100 estados. Unos 30 de ellos fueron agrupados bajo el reinado de Himito. La población estaba dividida en clases y pagaba impuestos. Las construcciones eran técnicamente avanzadas. Había grandes mercados e intercambio de correspondencia con el continente.
El aislamiento producido desde el fin de la guerra civil en el año 266 hasta la consolidación de Yamato como emperador en el 413, facilitó el proceso de unificación de la nación y sirvió de acicate para su posterior expansión. En el año 369, Yamato subyugó los Reinos coreanos de Paekche, Kaya y Sila, y sentó allí el dominio de la región. La resistencia de los súbditos coreanos unida a las luchas internas de la corte fue determinando el rápido declive del Imperio de Yamato.
La entrada del budismo, entre los años 538 y 552, produjo, al comienzo, gran curiosidad y admiración por la majestuosidad de sus templos y los poderes mágicos que le fueron atribuidos.
El budismo (con los cambios que ganó a su paso por Asia Central, China y Corea), el sistema cuadriculado de división de la tierra –cuyos rastros perduran hasta el presente– y los caracteres de la escritura, constituyen la huella más visible de la presencia china en Japón, que se remonta a unos 1.500 años atrás.
Esta herencia cultural sufrió, especialmente en los siglos XVII y XVIII, sucesivas adaptaciones al clima, la lengua y las costumbres autóctonas. La denominada «japonización» se manifestó especialmente en la arquitectura y el idioma (surgido de muy diferentes vertientes lingüísticas locales).
En el siglo IX, una corte hereditaria sustituyó a los jefes tribales. La aristocracia hizo del budismo una fuerza dominante que reforzó el poder del Estado. Aunque la primera capital estable fue Nara, en el año 710, luego de algunos conflictos, Kammu (781-806) restableció la independencia imperial y trasladó la capital a Heian (Kyoto).
En la nueva capital la familia Fujiwara consolidó su poder e instauró la figura del regente, por encima del emperador. Con patrocinio imperial, en Heian nacieron las sectas budistas Tendai y Shingon (más cercanas a la cultura japonesa), que acabaron definitivamente con la hegemonía religiosa de Nara.
La propiedad de la tierra fue pasando del imperio a manos privadas. Los aristócratas y las instituciones religiosas se apropiaron de grandes extensiones libres de impuestos (shoen) y organizaron ejércitos propios. Esto dio lugar al surgimiento de una nueva clase de guerreros rurales, los samurai.
Los predominantes clanes Taira y Minamoto disputaron el poder en varias confrontaciones militares. El clan Taira dominó desde 1156 hasta la derrota en la Guerra Gempei (1180-1185). El shogun (general) Minamoto Yoritomo fundó el shogunato Kamakura, primero de los regímenes militares que gobernaron el Japón hasta 1868.
El Kamakura enfrentó y rechazó las invasiones mongolas de 1274 y 1281, ayudado por tormentas providenciales que fueron llamadas kamikaze (vientos divinos). Corresponde a este período el nacimiento de nuevas sectas budistas tales como: Budismo de la Tierra Pura, Verdadera Tierra Pura y Loto.
A comienzos del siglo XIV el shogunato Kamakura fue destruido por la «Restauración Kemmu» del Emperador Go-Daigo. Poco después, los clanes militares sustituyeron con un emperador títere a Go-Diago quien, expulsado de Kyoto, se instaló en Yoshino. Esto supuso, durante 56 años, la existencia de dos cortes imperiales simultáneas.
La Guerra Onin (1467-1477), por la sucesión del shogunato de Ashikaga, derivó en un conflicto civil de casi 100 años. Nuevos jefes militares, independientes de la autoridad imperial o shogunal, se instalaron con sus vasallos en ciudades fortificadas, mientras las villas se autoadministraban y pagaban impuestos.
En las ciudades, el comercio y la industria manufacturera inauguraron una nueva forma de vida. Portugal inició el intercambio con Japón en 1545 y el misionero Francisco Javier introdujo el catolicismo en 1549. El choque que el cristianismo provocaba con el sistema de lealtades feudales determinó su proscripción en 1639, junto con la de todos los europeos, salvo los holandeses.
A fines del siglo XVI, las fortalezas militares se aislaron notoriamente del resto de la sociedad, entre otras razones a causa del uso de armas de fuego (suministradas inicialmente por los europeos), el desarme de los campesinos y un control mayor sobre la tierra. Estos hechos colaboraron a pacificar, unificando al país en torno a una única autoridad nacional.
En el siglo XVII, el clan Tokugawa consolidó su supremacía en todo Japón y lo administró, desde la ciudad-castillo de Yedo (Tokyo), hasta 1867. Un cuidadoso reparto de las tierras entre sus familiares y jefes locales le aseguró el control de las mayores ciudades (Kyoto, Osaka y Nagasaki) y de las principales minas.
Los jefes locales ocupaban la mitad del tiempo en atender al shogun, dejando a sus familiares como rehenes cuando volvían a sus dominios. Convertidos en burócratas militares, los samurai encabezaban un sistema de cuatro clases, seguidos por los campesinos, los artesanos y los comerciantes (que, aunque despreciados, eran esenciales en la vida urbana).
El aislamiento casi total del mundo exterior que practicó el clan Tokugawa desde 1639 permitió el desarrollo de un fuerte mercado interno de textiles, alimentos, artesanías, libros y otros productos. Nagasaki fue la única excepción, al permitirse allí la instalación de puestos comerciales a los chinos y –en una isla cercana– a los holandeses.
En el siglo XIX, el antiguo régimen económico y social entró en crisis. Rebeliones campesinas cada vez más frecuentes, grandes deudas de los samurai y jefes locales con los comerciantes y la debilidad de un gobierno que intentó infructuosamente algunas reformas a partir de 1840, configuraban la realidad japonesa al momento en que EE.UU. forzó la apertura de los puertos.
Japón fue forzado a romper su aislamiento a fuerza de cañonazos y barcos de guerra estadounidenses comandados por el comodoro Matthew Perry. Perry negoció con éxito la apertura del mercado japonés en 1854. La firma de tratados comerciales desventajosos con EE.UU. y varios países europeos agudizó la crisis. Los samurai efectuaron sucesivos ataques contra los extranjeros, y luego contra el shogun, forzándolo a renunciar en 1867.
Con el joven Meiji, en 1868 se restituyó la autoridad imperial. Durante la Restauración Meiji, Japón inició un proceso de modernización según el modelo occidental. Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Alemania influyeron decisivamente en la enseñanza, las ciencias y los medios de comunicación, así como en todas las expresiones de la cultura nipona.
En menos de 50 años, el Japón feudal y cerrado se transformó en una potencia mundial industrializada que integró asesores y tecnologías occidentales para la enseñanza, el comercio y la industria. Un ejército de conscriptos reemplazó la autoridad militar de los samurai (derrotados en la intentona rebelde de 1877).
Obligado por presiones políticas internas, el emperador promulgó en 1889 una Constitución que convirtió a Japón en una monarquía constitucional, con un legislativo bicameral (Dieta). Sin embargo, sólo el 1% de la población era elegible; el primer ministro y el gabinete eran responsables ante el emperador (considerado una figura divina).
A fines del siglo XIX y comienzos del XX, Japón obtuvo dos importantes victorias militares: con China en la guerra de 1894-1895, que le significó retener Corea bajo su control (la que anexó en 1910), y en la Guerra Ruso-Japonesa de 1904-1905, que le permitió anexar el sur de la península de Sajalín. Su ingreso en la Primera Guerra Mundial se produjo como aliado de Inglaterra, obedeciendo un tratado de 1902.
La guerra permitió a Japón apropiarse de varias posesiones alemanas en Asia oriental (incluyendo el territorio chino de Kiaochow). En 1915, China se vio forzada a aceptar su influencia, ampliada con nuevas concesiones en Manchuria y Mongolia Interior. En 1918, Hara Takashi encabezó el primer gobierno con apoyo de una mayoría parlamentaria.
Las dificultades provocadas por la depresión económica internacional de la década de 1930 fueron aprovechadas por los militaristas para hostigar al gobierno civil y plantear que la solución a los problemas del país estaba en la expansión bélica, la conquista de nuevos mercados y de fuentes abastecedoras de materias primas.
Cuando oficiales japoneses ocuparon (sin autorización) Manchuria en 1931, el gobierno era ya incapaz de detener a los militares. Debió aceptar la creación del «estado-títere» de Manchukuo, en febrero de 1932 y, tres meses más tarde, entregar el poder a los militaristas que lo retuvieron hasta 1945.
En 1940, Japón invadió Indochina para abrirse paso hacia el sudeste asiático. Estados Unidos e Inglaterra embargaron la totalidad de las mercaderías niponas. El ataque sobre Pearl Harbor primero y sobre Filipinas, Hong Kong y Malasia después, desató la guerra con EE.UU. e inició una nueva fase de la Segunda Guerra Mundial.
Japón capituló el 15 de agosto de 1945, luego de que EE.UU. lanzara dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, el 6 y 9 de agosto. Tropas estadounidenses ocuparon el país –que fue gobernado por el Comando Supremo de las Potencias Aliadas (CSPA), dirigido por el general Douglas Mac Arthur– entre 1945 y 1952. El CSPA obligó a Japón a abandonar la institucionalidad Meiji, renunciar a la divinidad del emperador, trasladar el gobierno al Parlamento (que debía elegir al primer ministro) y establecer un Poder Judicial independiente.
A pesar de la imposición externa, los principios de la Constitución de 1947 fueron asumidos por todos los sectores internos y en 1952 el país recuperó la independencia. La soberanía sobre el archipiélago de Tokara fue devuelta en 1951, la de las islas Amami en 1953, la de las Bonin en 1968 y la del resto de las Ryukyu (incluso Okinawa) en 1972.
Entre otras medidas tendientes a debilitar al estado familiar Meiji, el CSPA permitió la compra de tierras por sus ocupantes (quienes, hasta entonces, sólo podían usufructuarlas pagando un tributo a los señores) y sancionó leyes para fortalecer el libre comercio e impedir la vuelta de los monopolios, pero el sistema financiero quedó intacto y fue la base de la recuperación al finalizar la ocupación.
En 1955 fue fundado el Partido Liberal Democrático (PLD), con una orientación de centro-derecha enfrentada a los sectores conservadores y nacionalistas que habían sustentado la política de guerra.
La Constitución de 1947 restringió el desarrollo militar nipón que, supeditado a la estrategia norteamericana en la región, debió establecer alianzas con Taiwán y Corea del Sur. En 1956, ingresó a la ONU y reanudó relaciones con la URSS.
El retorno de la independencia encontró a Japón en crecimiento y cambio. El agro, a la vez que sufría los efectos de la producción en pequeña escala y la emigración rural, veía estimulada la innovación tecnológica, la industrialización y el pleno empleo.
En la década de 1960, Japón se concentró en la fabricación de productos de alta tecnología, lo que estabilizó el intercambio con los países industrializados y desplazó el que había mantenido con sus socios asiáticos. La crisis petrolera de 1973 no detuvo el crecimiento de la industria japonesa, que pasó a predominar en las ramas del acero, los barcos, la electrónica y los automóviles.
La visita del primer ministro Kakuei Tanaka a Pekín (Beijing), en 1972, signó el reconocimiento japonés de la República Popular China y resintió sus relaciones con Taiwán. El descubrimiento del soborno de Tanaka por la Marubeni Corp. (filial de la estadounidense Lockheed Aircraft Corp.), afectó la popularidad del PLD y le significó la pérdida, por primera vez en su historia, de la mayoría absoluta del parlamento en las elecciones de 1976.
En las décadas de 1960 y 1970, el intercambio comercial con EE.UU. produjo un gran superávit. Japón pasó a ocupar el primer o segundo lugar en el comercio de todos los países que lo tenían como socio, mientras las inversiones directas y las filiales de sus empresas se extendían a todo el mundo.
El impresionante desarrollo de la economía nipona, se debe en gran medida a la fuerte política de inversiones en el extranjero. Esta política (especialmente algunos de los proyectos que apuntan a la obtención de materias primas) agotan rápidamente recursos naturales no renovables, y han provocado daños irreparables en las selvas tropicales y graves alteraciones en los ecosistemas de muchos países del Tercer Mundo.
En enero de 1989 la muerte del Emperador Hirohito puso fin a la Era Showa, iniciada en 1926. La coronación Akihito, dio comienzo a la Era Heisei («realización de la paz universal»), y fue celebrada según el rito tradicional nipón. La ceremonia se convirtió en la mayor reunión de jefes de Estado celebrada hasta entonces en el mundo y generó, por su dispendio, reacciones internas.
Al fin de la Guerra Fría, Japón emergió como una de las tres mayores potencias económicas mundiales, junto a Estados Unidos y la actual Unión Europea (UE).
En noviembre de 1991 renunció el primer ministro Toshiki Kaifu al perder el apoyo del clan Takeshita (representante de la más influyente de las cinco tendencias del partido oficialista). Electo en agosto de 1989, Kaifu se había beneficiado con el sólo hecho de estar libre de acusaciones de escándalo y corrupción. Lo sustituyó, sustentado por el mismo clan, Kiichi Miyazawa, quien había sido nombrado, nueve días antes, presidente del PLD.
En el mensaje inaugural, Miyazawa trazó como objetivos de su gobierno: ampliar la ayuda a China y mejorar las relaciones con aquel país, negociar con Estados Unidos y normalizar las relaciones con la URSS. Anunció su disposición a abrir el mercado del arroz, haciendo concesiones similares a las de la CEE y EE.UU. para evitar el fracaso de la Ronda Uruguay del GATT.
A mediados de 1992, una ley muy debatida autorizó la salida de tropas al exterior por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial. En setiembre, algunos efectivos integraron las fuerzas de paz de la ONU en Camboya.
A principios de 1993, Miyazawa prometió ampliar la participación financiera y de personal de las Fuerzas de Autodefensa Japonesas en las misiones de paz de la ONU.
Con la acusación de no haber llevado adelante la reforma en la legislación electoral, necesaria para frenar la corrupción en el sistema político, el parlamento censuró al primer ministro. El partido oficialista se fracturó y perdió 47 parlamentarios. Se convocó a elecciones anticipadas para julio.
Dos nuevos partidos (Renovador y Pionero) se formaron a partir de grupos disidentes liderados por Tsutomu Hata y Masayoshi Takemura.
Las relaciones diplomáticas con Moscú mejoraron cuando Japón anunció que, sin abandonar el viejo reclamo de devolución de las islas Kuriles (vigente desde 1950), éste no condicionaría la ayuda económica a Rusia.
En marzo de 1993, Shin Kanemaru, líder histórico del PLD, fue arrestado. En 1992 desató un escándalo de corrupción en el gobierno al admitir haber recibido sobornos. Poco tiempo después de entrar a prisión, fue amnistiado.
Las elecciones de julio de 1993, que contaron con el más bajo índice de participación desde la posguerra (67,3%), alteraron el equilibrio de poder vigente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, ya que el PLD, en el poder desde 1955, perdió la mayoría en el Kokkai (parlamento). Miyazawa, dimitió a la presidencia del partido y se atribuyó la responsabilidad de la derrota del partido. Yohei Kono fue designado en su lugar.
La «nueva mayoría», integrada por el Partido Socialista, el Partido Renovador, el Partido budista Komeito, el Socialdemócrata, el Socialdemócrata Unificado y el Partido Pionero, logró un acuerdo programático mínimo para el nuevo gobierno, descartando cambios profundos.
Hosokawa, ex-Gobernador de la provincia de Kunamoto, fue electo primer ministro en agosto. Al tomar posesión anunció una amplia reforma electoral para combatir la corrupción y la recesión así como la modernización de los sistemas de jubilación y salud. En su primer discurso al parlamento se refirió a la agresividad con que Japón había tratado a sus vecinos asiáticos, desde la década de 1930 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. El 15 de agosto (aniversario de la rendición nipona) ofreció sus condolencias y disculpas a las víctimas del colonialismo japonés.
Luego de la entrega del poder, la Confederación de Industrias anunció que suspendería sus «contribuciones» al PLD (cercanas, según versiones de prensa, a los mil millones de dólares anuales).
En agosto, 165 líderes políticos y 445 empresarios, fueron detenidos por irregularidades durante la campaña electoral y se iniciaron 5.500 procesos por fraude. En octubre fue detenido Shinji Kiyoyama, presidente de Kajima, la segunda mayor constructora del país, por haber pagado un soborno a cambio de un permiso de construcción.
En diciembre, el gobierno japonés abrió el mercado del arroz, al aceptar del exterior el 4% de los 10 millones de toneladas de su consumo interno.
El «romance» de Hosoawa con la opinión pública duró hasta principios de 1994. Los juicios de la prensa se volvieron más severos y comenzaron las acusaciones de tráfico de influencias.
Un encuentro entre Japón y Estados Unidos resultó en fracaso cuando en marzo, Hosokawa se negó a aceptar cuotas obligatorias para la apertura del mercado japonés de automóviles, telecomunicaciones, farmacéutica y el mercado de seguros. Empresarios y ejecutivos ignoraron a Hosokawa y se mostraron dispuestos a iniciar una «guerra» comercial con EE.UU antes de ceder a sus presiones. La industria automovilística empleaba al 11% de la mano de obra japonesa y contribuía con un 30% al PBI.
Nakamura, legislador del PLD, fue detenido por aceptar sobornos de Kajima y otras empresas constructoras. Las acusaciones de la oposición, que involucraban al mismo Hosokawa en negocios ilícitos, determinaron que éste presentara su renuncia en abril y pidiera «sinceramente, perdón al pueblo japonés».
Tsutomu Hata, designado primer ministro, quedó al frente del primer gobierno minoritario del país en cuatro décadas. El retiro de los socialistas de la coalición de gobierno dejó al oficialismo con poco más de un tercio de las bancas que componen la Cámara Baja del Parlamento.
En gira por Europa, buscando estrechar los vínculos comerciales con la UE, Hata admitió que la causa de la crisis con Estados Unidos era el excedente comercial favorable a Japón. Logrado un principio de acuerdo entre ambos países, inició un programa para promover la desregulación de la economía.
El socialista Tomiichi Murayama fue electo primer ministro en junio de 1994 y asumió el 18 de julio. Su partido, el Social Demócrata Japonés, sin mayoría parlamentaria formó una alianza con su tradicional rival, el PLD, y con el nuevo partido Sakigake.
La inauguración del aeropuerto de Kansai, situado sobre una isla artificial, dio paso a una proliferación de proyectos de construcción de ciudades-isla tendientes a descongestionar las superpobladas ciudades.
El 17 de enero de 1995 un terremoto en la región de Hanshin mató más de 6 mil personas, destruyó 100 mil edificios en Kobe, dejando a más de 300 mil personas sin hogar.
En marzo, una serie de atentados con gas venenoso sarín mató a doce personas e intoxicó a 5.500 en la red de subterráneos de Tokio, sumándose a un ataque similar (que cobró siete vidas en Matsumoto) en junio del año anterior. Shoko Asahara, el líder de una secta religiosa llamada Aum Shinriyko (Verdad Suprema), fue acusado del ataque y detenido junto a otros 16 líderes del movimiento.
En enero de 1996, Ryutaro Hashimoto (presidente del PLD), sucedió como primer ministro a Murayama y convocó a elecciones generales en octubre, en las que obtuvo mayoría relativa en el parlamento. En noviembre, formó un gabinete integrado únicamente por miembros del PLD.
En un referéndum realizado a fines de 1997, poco más de la mitad de los ciudadanos de Nago, en la isla de Okinawa, se pronunciaron contra la construcción de un helipuerto estadounidense en la isla (en poder de EE.UU. desde la rendición de 1945). Los gobiernos de ambos países intentaron convencer a los votantes de que la construcción iniciaría el desmantelamiento de una compleja base aérea ya existente en el lugar.
Posicionado como segunda potencia mundial y principal acreedor del globo, Japón sufrió tardíamente la crisis financiera y económica que sacudió al Sudeste Asiático en 1997. El nuevo gobierno de Keizo Obuchi tuvo, como objetivo principal, reducir los impuestos para estimular el consumo y tomar iniciativas contra los malos préstamos que paralizaban a la banca japonesa.
Una importante pérdida de uranio radioactivo en la central de reprocesamiento de la empresa JCO, muy cerca de la central nuclear de Tokoaimura, al norte de Tokyo, incrementó unas 15 mil veces el nivel normal de radiación. La organización ambientalista Greenpeace denunció el accidente como un síntoma de los problemas del sistema de seguridad nuclear de Japón.
Florecientes grupos de derecha saludaron con entusiasmo la readopción, luego de 50 años, de la vieja bandera imperial en agosto, al tiempo que fueron despedidos decenas de docentes que se negaron a saludar los símbolos imperiales de la época militarista. El crecimiento del nacionalismo se reflejó también en las fuerzas armadas, que comenzaron maniobras en sus aguas y lograron los más altos niveles de reclutamiento en varias décadas.
Tras un nuevo accidente (esta vez ocurrido en la central de Tokaimura en setiembre de 1999), Obuchi ordenó la revisión de todas las instalaciones que usaban combustible nuclear. La empresa JCO (que reciclaba el material nuclear) admitió que, desde hacía años, utilizaba un manual de procedimiento que no cumplía con los requerimientos mínimos de seguridad establecidos por el gobierno. Greenpeace denunció que la planta accidentada seguía emitiendo radiaciones que quintuplican los niveles considerados seguros, en tanto los funcionarios del área de seguridad nuclear del gobierno fueron criticados por la lentitud en las mediciones de contaminación. El diario Yomiuri informó que los tres operarios acusados de negligencia en el manejo del combustible radiactivo ignoraban inclusive el significado de una reacción de fisión nuclear en cadena.
Obuchi, que había logrado reactivar la economía de su país, entró en coma en abril de 2000, y fue reemplazado por Yoshiro Mori. En mayo, declaraciones del nuevo premier, durante un acto realizado para seguidores de la religión shintoísta (que durante la Segunda Guerra Mundial adoraran al Emperador Hirohito como a un dios viviente) conmocionó a la opinión pública nacional e internacional. Mori describió a Japón como «una nación divina, que tiene como centro al Emperador».
A los pedidos de renuncia provenientes de la prensa, la oposición y facciones de su propio partido, Mori respondió designando un nuevo gabinete y realizando una reducción administrativa. Para apuntalar su erosionada base de poder, Mori adjudicó posiciones clave a los ex primeros ministros Kiichi Miyazawa y Ryutaro Hashimoto.
En febrero de 2001 fue acusado de falta de sensibilidad, por la prensa, tras continuar un partido de golf luego de enterarse del accidente de un pesquero japonés con un submarino nuclear estadounidense.
Finalmente, en abril, Mori admitió haber perdido la confianza de la opinión pública y renunció; lo sustituyó Junichiro Koizumi quien, además de prometer revitalizar la economía y limpiar la imagen del gobierno, incluyó entre los 17 miembros de su gabinete a cinco mujeres, entre ellas a Makiko Tanaka (hija del ex Premier), quien se convirtió en la primera mujer canciller en la historia del país. Esta conformación del gobierno, con récord histórico de participación femenina, fue calificada por analistas como un «gabinete de Hollywood», cuya meta principal era la popularidad (que ascendía, cuando asumió Koizumi, al 90%).
A comienzos del mismo mes, China y Corea del Sur condenaron un texto de historia aprobado por las autoridades japonesas. Desde Seúl y Beijing se acusaba al texto de «barnizar» las atrocidades cometidas por el ejército japonés durante la Segunda Guerra Mundial. Los autores (un grupo de historiadores nacionalistas) afirmaban que, durante la guerra, Tokyo benefició a los países del sudeste asiático porque los preparó para la independencia y que la masacre de Nanjing de 1937 –donde murieron unos 300 mil civiles– fue algo «muy distante de un holocausto». Tras las protestas de los países vecinos, el ministerio de educación japonés afirmó que se habían realizado 137 cambios al texto.
Nuevos roces con China y Corea del Sur fueron provocados por la visita de Koizumi al altar shintoísta Yasukuni ya que, entre los 2,4 millones de soldados japoneses honrados allí, se encuentran algunas figuras consideradas criminales de guerra (incluyendo al ejecutado primer ministro Hideki Tojo, quien condujo a Japón durante la Segunda Guerra Mundial).
En una visita del mes de octubre a Seúl, Koizumi ofreció disculpas por el sufrimiento de ese país bajo el gobierno colonial japonés.
La popularidad de Koizumi fue abatida por una serie de escándalos y cayó al 40% en abril de 2002. En enero había depuesto a la canciller Tanaka, acusada de mentir en una discusión con funcionarios de su cartera. Tras Tanaka, por diversos motivos, renunciaron aliados, algunos ministros y, en abril, Yutaka Inoue, portavoz del partido de gobierno en la cámara alta del parlamento.
En setiembre de 2002, Koizumi visitó Corea del Norte, transformándose así en el primer líder japonés en pisar aquel país. Durante su encuentro con el líder norcoreano, Kim Jong-il recibió las disculpas por los secuestros de ciudadanos japoneses ocurridos en la década de 1970 y 1980 y la confirmación de la muerte de ocho de ellos. Un mes más tarde, cinco de los japoneses secuestrados regresaron a reunirse con sus familiares.
El año 2003 significó para Japón una larga pulseada con Washington. La administración Bush fijó aranceles a las importaciones de acero que, en algunos casos, llegaban al 30% y que perjudicaban claramente a los industriales nipones. El ministro de comercio de Japón, Soichi Nakagawa, amenazó a Estados Unidos con imponer sanciones a los productos estadounidenses si no se acataban las decisiones de la OMC y fijó como plazo el mes de noviembre.
El 4 de diciembre de 2003, luego de la fuerte presión ejercida junto a la UE, China, Brasil y otros países interesados a través de la OMC, Estados Unidos levantó los polémicos aranceles, lo que puso fin al desacuerdo.
Ese mismo mes, el gobierno japonés anunció su intención de instalar un escudo de misiles estadounidense «puramente defensivo». Ese hecho, sumado al de mayo, cuando el primer ministro Koizumi, en un discurso ante el Comité Especial sobre la Legislación de la Emergencia de la Cámara de Senadores, dijo que las Fuerzas de Autodefensa (FA) eran, en realidad, «el ejercito de Japón», aumentó las protestas en China.
En febrero de 2004, soportando las críticas y las acusaciones de inconstitucionalidad provenientes de la oposición, el gobierno (amparándose en la ley aprobada en 1992 y el antecedente de las fuerzas de paz en Camboya), ordenó el envío de soldados «no combatientes» a Irak, en lo que representó el primer despliegue de efectivos militares japoneses a una zona de combates desde la Segunda Guerra Mundial.
El 9 de agosto, cuatro personas murieron y alrededor de siete resultaron heridas en un accidente en la central nuclear de Mihama, situada a 350 Km. al oeste de Tokyo. El accidente se originó en una de las turbinas de la planta donde se produjo un escape de vapor, aunque las autoridades estimaron que no hubo escape radioactivo.
El nuevo incidente provocó cuestionamientos sobre la dependencia que tiene Japón de energía nuclear, que representa más del 30% del consumo eléctrico en el país. De acuerdo con encuestas, la mitad de los japoneses consideraba que el número de plantas nucleares –que ascendía a 52– debería reducirse.
En octubre, el tifón Tokage, el más mortífero que afectara a Japón en una década, dejó más de 48 personas muertas y 200 heridas, y decenas desaparecidas. Tokage alcanzó vientos máximos de 229 Km. por hora, lo que significó la evacuación de miles de personas; debilitado al alcanzar Tokio, produjo daños menores antes de internarse en el mar. El sur del país quedó paralizado, los colegios permanecieron cerrados y el transporte público suspendido.
La publicación de libros de textos educativos japoneses que suavizaban las atrocidades cometidas durante la época de guerra en la primera mitad del siglo XX ocasionó la mayor tensión en décadas, con China. En marzo, miles de manifestantes salieron a las calles en manifestaciones anti-japonesas en China. La tensión se vio incrementada por las aspiraciones de Japón de ocupar un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y de obtener el acceso a los derechos de explotación del Mar de China Oriental..
En las elecciones parlamentarias de setiembre de 2005, el PLD de Koizumi alcanzó una cómoda mayoría, conquistando 296 de los 480 escaños.
Siguiendo los estatutos de su partido, Koizumi debió abandonar el cargo de primer ministro a mitad de su segundo mandato, así como la presidencia del PLD. Tras las elecciones internas, los liberal-demócratas eligieron a Shinzo Abe, considerado más conservador que el premier saliente. Abe asumió ambos cargos en setiembre de 2006.
El segundo reactor nuclear más grande del país fue clausurado en marzo de 2006. La medida se llevó a cabo luego de que un tribunal diera lugar a una demanda de los residentes en la zona del reactor, quienes argumentaron que la planta no sería capaz de resistir terremotos, por lo que, eventualmente, podría exponer a los residentes del lugar a radioactividad en caso de que un sismo azotara la región.
El ex-presidente de Perú, Alberto Fujimori, detenido en Chile a pedido del gobierno de Lima, se presentó como candidato en las elecciones legislativas japonesas de julio de 2007 buscando que la inmunidad parlamentaria evitara su extradición a Perú. A la cabeza del Nuevo Partido Popular, creado en 2005, Fujimori, que no logró la banca que buscaba, se presentó ante el electorado como «el último samurai» y anunció que lucharía por rescatar los perdidos valores tradicionales de Japón.