Arawaks y caribes: genocidio en el paraíso
Meses antes de que Cristóbal Colón confundiera
en 1492 las islas del Caribe y las Antillas con el Paraíso
Terrenal, la región tenía una altísima densidad
demográfica. Seis millones de americanos (un quinto de
la actual población de la zona) vivían de la caza,
la pesca y las guerras. Tres pueblos las ocupaban: los ciboneys,
establecidos en las partes oeste de las actuales Cuba y Haiti;
los taíno-arawaks en las Grandes Antillas (las actuales
Cuba, Jamaica, Haití, República Dominicana, Puerto
Rico y Trinidad); y los caribes que ocuparon las hoy Pequeñas
Antillas (que se encuentran al este de las Grandes Antillas).
De estos pueblos hoy nada queda, salvo medio millar de caribes
confinados en reservas en la actual Dominica, la mayoría
mezclados con africanos, y una pequeña población
que conserva rasgos indígenas en Cuba y Puerto Rico. El
impacto cultural, la esclavitud y las enfermedades que traían
los europeos borraron estos pueblos de la faz del erróneo
paraíso.
Si la historia de los taínos (pertenecientes al
grupo lingüístico de los arawaks, que ocuparon
una área que se extendía desde la actual Florida
hasta el Paraguay y al norte de Argentina) terminó con
la llegada de los europeos, esta misma historia había empezado
desde hacia muchos siglos, cuando alrededor del siglo V a.C. salieron
de la cuenca del río Orinoco, ocuparon la isla de Trinidad
y desde allí se propagaron a todas las Antillas, donde,
después de haber empujado a los ciboneys hacia el
oeste de Cuba y Haití, se dedicaron sobre todo a la agricultura
y al comercio y se organizaron en comunidades administradas por
jefes religiosos, llamados caciques, en una estructura social
jerárquica cuyo grado más bajo era ocupado por los
esclavos.
Poco antes de la llegada de los europeos, los taínos habían
sido desplazados de las Pequeñas Antillas por los caribes,
cuyos nombre originario era Galibi, provenientes, como los arawaks,
del norte de Sudamérica. Los caribes eran grupos
móviles y guerreros con una organización social
simple y principalmente dedicada a la guerra y la conquista. Las
mujeres de los caribes mayoritariamente de origen arawaks,
tomadas por medio de la conquista militar.
En su primer viaje, Colón llegó a las islas Bahamas,
y siguió por Cuba -donde encontró los taíno-
e Hispaniola.
Las islas hicieron gran impacto sobre el almirante quien, impresionado
por el clima, la vegetación y la desnudez de los americanos,
creyó encontrar el paraíso terrenal. El almirante,
que murió pensando que había llegado a Asia y no
a un continente que los mapas europeos no registraban, además
de por lecturas bíblicas, estaba influido por las lecturas
de viajes, sobre todo por el de Marco Polo hacia China. Así
que, como había contado Polo en su cuadernos, temía
a personajes como los "Come-hombres" y los "Hombres-perro”
y creyó encontrarlos en los caribes, según
lo que había entendido de los cuentos de los taíno-arawaks
que, víctimas de la actitud guerrera de los caribes,
relataban la existencia de tribus guerreras y feroces que comían
hombres (la palabra “caníbal” deriva de estas
tribus a las cuales los españoles rebautizaron como “caníbales”).
Los cuentos de viaje de Colón contribuyeron así
a la creación de mitos del Nuevo Mundo: el de El Dorado,
los Siete pueblos de Cibola, o las Amazonas.
La conquista del paraíso significó el infierno para
arawaks y caribes: en un siglo, los primeros pasaron
de una población de 2-3 millones de personas a pocos miles.
La alta tasa de mortandad se debió a su exposición
a enfermedades desconocidas que introdujeron los europeos y a
la brutalidad de los conquistadores. Los caribes intentaron
resistir a los invasores, pero este solo demoró su aniquilamiento,
que llegaría en el siglo XVII.
Sin encontrarlo, Colón buscaba oro de forma obsesiva. A
cambio del oro que faltaba Colón llevó a Europa,
junto con aves coloridas y especias, algunos taínos como
esclavos, regalo que la reina no aceptó, por considerarlos
súbditos del imperio. En la práctica, sin embargo,
en sus propias tierras, los taínos, aunque nominalmente
súbditos, fueron explotados como esclavos, forzados a trabajar
en condiciones que aceleraron su extinción. A causa del
aniquilamiento de las poblaciones indígenas, los europeos,
desprovistos de mano de obra, empezaron la importación
en gran escala de esclavos desde África. Tropezar
con el Paraíso Terrenal reintrodujo la práctica
de la esclavitud (que había desaparecido con la imposición
del cristianismo durante la Edad Media) entre los europeos.
Hoy en día, los pocos arawaks sobrevivientes se
encuentran en Guyana, Suriname, Guyana Francesa y Puerto Rico,
donde viven organizados en confederaciones, naciones y municipios
que dicen ser la voz de todo el pueblo taíno del área
caribeña y de la diáspora de Estados Unidos. Entre
todas estas organizaciones la única reconocida oficialmente
por Estados Unidos como legítimo gobierno tribal es la
Nación Tribal Jatibonicu Taíno de Borikén.
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