Grandes Lagos, la reconstrucción africana
Azotados
por conflictos internos y externos, hambrunas endémicas
y pandemias, los países involucrados en la guerra en la
República Democrática del Congo (RDC) están,
desde 1960 y partiendo desde el caos, en proceso de reconstrucción.
En
mayo de 2000, la República Democrática del Congo
(ex Zaire) atravesaba un conflicto interno de grandes proporciones
-por sus causas y consecuencias externas- que había surgido
veinte meses antes, en 1997, cuando el veterano guerrillero Laurent
Kabila se autoproclamó presidente e inició su
gobierno dictatorial. Con su ingreso en Kinshasa, Kabila y su
Frente de Liberación Congolés le pusieron fin a
treinta años de guerra civil, deponiendo al entonces dictador
Mobutu Sese Seko, quien murió días después
exiliado en Marruecos.
Babilonia
El conflicto en la RDC tenía
en ese entonces diversos frente de lucha, como así también
múltiples eran las causas y elementos que lo motivaron.
Por un lado, diversos grupos rebeldes intentaban deponer a Kabila,
apoyados militar y económicamente por Uganda y Rwanda.
Por otro lado, las tropas gubernamentales no disimulaban la asistencia
que les brindaban Angola, Namibia y Zimbabwe.
A
estas alianzas y a la cantidad de extranjeros que armaban trincheras
y campamentos de combate en territorio congolés, Naciones
Unidas agregó sus "fuerzas de paz", llamadas
Monuc y compuestas por entonces de 5.537 efectivos provenientes
de una veintena de países africanos, asiáticos,
europeos y sudamericanos. Estas fuerzas, sumadas las tropas de
ocupación, hacían de la RDC una verdadera Babilonia.
También en filas de las Monuc, pero en calidad de "neutrales",
se encontraban Tanzania y Kenia, países que habían
participado en la guerra civil de Zaire, aunque no de forma armada,
brindándole asilo a Laurent Kabila. Exceptuando
a Zambia, los demás países de los Grandes Lagos
intervenían en la RDC (Uganda, Rwanda, Burundi, Kenia y
Tanzania). También integraba el contingente de Naciones
Unidas Africa del Sur, un país que (si bien tenía
otro gobierno cuando la guerra civil en Zaire) había luchado
contra Kabila y su aliado número uno, Angola.
Las
mil caras del conflicto
Una
primera mirada a la RDC, dice que es el país bisagra entre
el norte y el sur del continente africano y el único de
habla francesa en los Grandes Lagos (Sudán y todos los
países de los Grandes Lagos son anglófonos, en tanto
Angola es lusófona). Por otra parte, los 2.344.858 Km2
de la RDC están repletos de minerales (entre otros, yacimientos
de oro, hierro, cobre, manganeso, cobalto, diamantes y uranio)
y petróleo, en una veta que se extiende desde Nigeria al
norte hasta Angola al sur. A la multiplicidad de intereses en
juego respondió como la cantidad de países y empresas
extranjeras pugnando por una tajada.
Al
padecimiento de conflictos internos y externos, los países
de los Grandes Lagos -principalmente desde 1960- agregan el de
las hambrunas endémicas, las pestes de malaria y cólera,
y las pandemias de tuberculosis o VIH-SIDA. El producto
más claro de estos conflictos son los cientos de miles
de refugiados que establecieron otro frente de lucha que era sostenido
por diversas organizaciones humanitarias como Médicos
Sin Fronteras y algunas oficinas de la ONU. En un intento
de paliar estas enfermedades, las organizaciones que aplicaban
sus proyectos de asistencia -en su mayoría financiados
por el Banco Mundial- se constituyeron -sin quererlo- en
otro elemento de conflicto ya que, a menudo, los campamentos eran
trasladados por las autoridades para que sirvieran como escudo
civil contra los ataques de los grupos rebeldes o enemigos de
turno. A esto es preciso sumar, tanto en la RDC como en el resto
de los países de los Grandes Lagos, los miles de muertos
y heridos por la herencia de tantos años de guerras civiles:
cientos de minas antipersonales que -por ser de plástico-
sólo se adivinan cuando estallan.
La
guerra civil
Si
bien suele datarse en 1965 el comienzo de la guerra civil en el
territorio de la actual RDC, es imprescindible recordar que sus
orígenes -como en todos los conflictos de la región-
están en la herencia colonial y en la partición
de África consumada en 1884, cuando en la Conferencia
de Berlín las potencias europeas trazaron a regla 48
nuevos estados, y, allí donde existían imperios,
reinados y civilizaciones milenarias, pusieron a sus gobernantes
o regentes, estableciendo límites que nunca habían
existido -porque ni la naturaleza ni la relación entre
las diversas culturas lo exigían-. Una vez que se iniciaron
los diferentes procesos de descolonización, a mediados
del siglo XX -en las colonias portuguesas, Angola y Timor Oriental,
en Asia, a partir de la Revolución de los Claveles,
en Lisboa, en 1975-, los países africanos se vieron forzados
a adoptar sistemas de gobierno ajenos a sus historias y cosmovisiones
de siglos.
En
la actual RDC y en los países de los Grandes Lagos era
imperioso elegir a un presidente, a un parlamento bicameral y
designar a un primer ministro. En definitiva, era imperioso -para
Occidente- que se modernizaran. Desde entonces y por cuatro décadas,
estos países se han desangrado en guerras civiles muchas
veces alimentadas por diferencias étnicas que habían
sido "sabiamente"
explotadas por los colonizadores. Antes de las enfermedades y
de la pobreza estructural, aparecieron las primeras asistencias
del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco
Mundial (BM), también los intereses estadounidenses
en plena Guerra Fría. Más tarde, los primeros
planes de ajuste estructural -para que continuaran entregando
sus patrimonios- y la apertura de sus mercados.
Mobutu
y las alianzas
La
guerra en la República Democrática del Congo -que
involucra a los Grandes Lagos y a muchos países de la región-
se inició en 1965, cuando el general Mobutu tomó
el poder en esta ex-colonia belga, la llamó Zaire, e inició
sus alianzas para perpetuarse en el poder.
Para
Francia, Bélgica y Estados Unidos (sobre todo para la CIA),
el viejo dictador era su mejor escudo contra el avance "comunista"
de Laurent Kabila y de su Frente de Liberación Congolés.
Con sus sistemáticas asistencias militares, en armas y
en entrenamiento, Mobutu pudo repeler durante años los
avances rebeldes, y también granjearse amigos y enemigos.
Sin embargo, cuando el avance de los rebeldes se volvió
incontenible, las ayudas internacionales comenzaron a mermar,
o a modificarse. En este entretejido de alianzas, Mobutu jugó
el papel principal: por un lado, le pidió asistencia a
Uganda y a Rwanda, países que ya estaban combatiendo en
territorio zaireño contra los refugiados hutus y
tutsis rwandeses y de Burundi. Con sus asistencias, Mobutu
permitió otro nuevo elemento: que estos ejércitos
y refugiados explotaran y comerciaran sus yacimientos auríferos,
próximos a sus fronteras. Lentamente, los ejércitos
extranjeros fueron ocupando el territorio y ya nadie los sacaría.
El conflicto en Zaire se internacionalizaba, y el país
se enajenaba.
Congo
y el fin del apartheid
El
Frente de Liberación del Congo, por su parte, también
tejió sus alianzas. La mayor parte del tiempo, Laurent
Kabila se encontraba en el exilio, en Dar es-Salaam, capital
de Tanzania, y desde allí movía las piezas y a sus
tropas. Estas, además, eran armadas y entrenadas por Cuba,
que había destinado en Zaire al mítico guerrillero
Ernesto Che Guevara. Desde su exilio, Kabila trabó
amistad con Agostinho Netto, de Angola. Netto aparecía
como el líder de la independencia angoleña, y bajo
su mando se constituyó el Movimiento Popular para la
Liberación de Angola (MPLA). Mobutu, a todo esto, apoyaba
a la Unidad Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA)
de Jonas Savimbi, y lo mismo hacía Uganda. Las guerras
civiles de ambos países tuvieron una estrecha relación.
En
1989, las tropas de Kabila -apoyadas por Cuba- y el MPLA
lograron expulsar de territorio angoleño a las Fuerzas
Armadas de África del Sur. En la Batalla de Kuito Canavale
se decidió gran parte del futuro de estos países,
sobre todo porque hasta entonces los blancos no morían
en combate, y sus parientes no estaban acostumbrados a recibirlos
en bolsas de plástico.
La
victoria del MPLA de Netto, ayudado por Laurent Kabila
y Cuba, ciertamente decidió el fin de sistema y régimen
de apartheid en Africa del Sur, también la
independencia de Namibia. Favor con favor se paga.
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