Palestinos: el otro pueblo errante
La historia reciente de los palestinos, particularmente desde
la década de los cuarenta en adelante, ha estado signada
por las confrontaciones, el segregacionismo, el hacinamiento,
y los desplazamientos geográficos masivos por diferentes
regiones de Medio Oriente.
Procurando mejorar sus condiciones de vida, muchos emigraron
buscando empleos en países como Iraq, Siria, Líbano,
y varios estados de la región del Golfo Pérsico.
Víctimas de la discriminación y de la vigilancia
policial, en escaso número han obtenido la ciudadanía
en estos países.
En Jordania, país en el que suman las dos terceras partes
del total de la población, su historia ha sido diferente.
A fines de la década de los 40, la monarquía jordana,
para concretar sus proyectos expansionistas, tomó la decisión
de otorgarles ciudadanía a los palestinos. Con la reciente
creación del estado de Israel, se vivía una dura
confrontación y Amman, que ocupaba Cisjordania, procuraba
conservar definitivamente su control de esta región palestina.
Las autoridades jordanas, establecieron una política de
influencias y control para administrar políticamente el
futuro de los palestinos. Esto llevó a Jordania a convertirse
en el supuesto vocero de los palestinos.
En mayo de 1950 Naciones Unidas, que ya había creado
una agencia de asistencia a los refugiados palestinos, reportó
que existían 53 campos de refugiados en Jordania, la Franja
de Gaza, Siria y Líbano. Allí había más
de 600.000 personas viviendo en condiciones precarias, en tiendas
compartidas por varias familias, recibiendo algunos servicios
básicos como agua, salud, y educación, beneficios
que, ciertamente no bastaban para combatir la pobreza y la miseria.
Las escasas perspectivas de empleo para los refugiados dependían
de gestiones de la agencia de Naciones Unidas, que procuraba integrar
a los refugiados en los países de la región.
El gobierno de Egipto, que mantuvo bajo su control la Franja
de Gaza durante veinte años (desde 1948 a 1967), dominó
este territorio con una política represiva y violenta.
Le negó la ciudadanía a los palestinos que vivían
en Gaza y solo les concedió una mínimo de control
en la administración local. Sin embargo, no impidió
que los palestinos asistieran a las universidades egipcias.
La mayoría de los habitantes de este territorio vive
actualmente en la miseria. Se considera que esta zona es una de
las más densamente pobladas del mundo. El índice
de desempleo es muy alto y los campos de refugiados están
atestados. Las tierras agotadas por la sobreexplotación,
hoy día son totalmente inútiles para la agricultura.
En territorio del estado de Israel, los árabe-israelíes
-unas 150.000 personas que, en 1948, optaron por no emigrar- representaban
un octavo del total de los palestinos. Como a muchos les fueron
confiscadas sus tierras, tuvieron que trasladarse a las poblaciones
del oeste de Galilea, viéndose obligados a convertirse
en trabajadores no especializados -la mayoría fueron agricultores-
contratados por algunas compañías constructoras
y diversas industrias israelíes.
En los años sesenta, este éxodo hacia las zonas
urbanas les significó a los palestinos la pérdida
de algunas de sus formas más tradicionales de vida. El
sistema social basado en el clan dirigido por el viejo patriarca,
no sobrevivió a estas transformaciones.
Los palestinos radicados en Israel, estuvieron sometidos a
las prescripciones de una jurisdicción militar a partir
de 1966. Esto supone un régimen de restricciones muy severo
que no sólo dificulta las acciones políticas, sino
que lesiona los derechos civiles y las garantías sobre
las prácticas religiosas.
Aún bajo estas condiciones, existe un cierto número
de palestinos que se mantienen políticamente neutrales,
mientras otros, aceptan esta situación, participando en
las elecciones, en la educación y en la economía.
La política de las autoridades israelíes apuntó
tenazmente a no permitir que prosperara una identidad nacional
palestina.
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