Ciencia y Tecnología


Ya no es discutible que los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera aumentan peligrosamente y que, de continuar fuera de control, podrían, con el tiempo, provocar el fin de la vida en la Tierra. Acordar soluciones adecuadas y equitativas no parece fácil.

Emisiones de carbono: deudores y acreedores

Décadas de manejo dudoso de las finanzas mundiales por parte de la banca multilateral, convirtieron a África y América Latina en deudores del mundo desarrollado. Sin embargo, este paisaje familiar de las relaciones internacionales (en el cual la figura del acreedor está en el Norte) puede cambiar radicalmente. El impacto del cambio climático global puede invertir la situación y los países acreedores del Norte pasarían a ser deudores ecológicos de los países del Sur.

En el océano Pacífico, el archipiélago de Tuvalu -miembro de Naciones Unidas desde setiembre de 2000- puede considerarse el mayor acreedor ecológico en el mundo. El aumento en los niveles de los mares debido al calentamiento global pone en peligro de desaparición a este conjunto de islas ubicadas entre los 6 y 11 grados de latitud sur. Las autoridades de Tuvalu ya han acordado la evacuación de la población con Nueva Zelandia y Australia. Pero no sólo en pequeñas islas se sentirá el efecto, en Bangladesh unos 20 millones de personas se preparan para convertirse en refugiados ambientales.

La Agencia Canadiense de Desarrollo Internacional (CIDA) ha propuesto condonar US$ 680.000 de la deuda que Honduras mantiene con ese país -que asciende a US$ 11 millones- en caso de que ese país decida abrir una oficina para promover plantaciones de árboles y monitorear la conservación de los bosques en el marco del Protocolo de Kioto. A cambio, Canadá obtendría créditos por haber así "disminuido" sus emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, sin necesidad de modificar en absoluto sus prácticas industriales.

La deuda histórica

En ancas de un Mercado de Emisiones de Carbono, los países ricos pretenden evadir una deuda histórica por el uso abusivo de los recursos naturales comunes. Una deuda que no es exclusivamente económica, ya que la desaparición de un país, es decir, de una cultura, no puede ser compensada por ningún monto en moneda. Andrew Simms de la New Economics Foundation sostiene que "la deuda del Tercer mundo palidece frente a la deuda ecológica de los países industrializados".
La deuda ecológica -generada porque los ricos han tomado una parte mayor del espacio ambiental de lo que un reparto lógico podría concederles- le da a los países del Sur el respaldo moral en las negociaciones internacionales. Como dice Simms, una solución global realista sobre la deuda ecológica debería reconocer los derechos a compartir los bienes naturales comunes y los beneficios económicos que conlleva, junto a un plan de reducción de las emisiones de gases invernadero.

 

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